A principio de los años 80 Fuengirola se perfiló como escenario de la última prueba del Mundial de Formula 1. Este proyecto, de haber salido adelante, hubiera cambiado la actividad comercial de toda la Costa del Sol. La falta de previsión de las obras por parte del Ayuntamiento fue una de las causas de su suspensión.
El chillido de las llantas y el canto de las gaviotas. La historia se confunde con el sueño. Hubo un momento en que Fuengirola estuvo a punto de tener un gran premio de Formula 1, el decisivo, el último de la temporada. No fue un rumor, hubo firma, contrato y un calendario que se desvaneció a última hora y dejó sin vida un futuro de esplendor que tuvo en vilo a empresarios y simpatizantes de Europa durante poco más de un año. Fue en 1983. España se despedía del yugo. Había organizado el Mundial de Fútbol y se preparaba para la Eurocopa. Era el momento propicio para lanzar propuestas. Especialmente en la Costa del Sol, donde la energía desinhibida de los lugareños se mezclaba con la cartera de los veraneantes.
El circuito de Fuengirola, que discurría por la ciudad en un trazado urbano de cuatro kilómetros, fue presentado oficialmente y no por un concejal de provincias, sino por el todopoderoso Bernie Ecclestone, convertido actualmente en el magnate del automovilismo. La idea surgió de dos británicos, Richard Ractliff y Mike Dee. El itinerario de la carrera llenó páginas de revistas especializadas en las que se advierte al alcalde de la época, Sancho Adam, de gira por los circuitos de toda Europa, y a unos dirigentes de la Fórmula 1, encabezados por Jean Marie Balestre, aparentemente unidos en el entusiasmo. La crónica de la presentación manifiesta el grado de madurez que alcanzó el proyecto. Los promotores no se conformaron con una recreación del circuito. Hablaron de su coste, ochenta millones, de la anchura de la calzada, que oscilaba de los diez a los diecinueve metros, y se trajeron, para alimentar el sueño, a lo más granado del sector. Además de Ecclestone y del presidente de la Federación Española de Automovilismo, Sandro Rocci, acudieron pilotos como Cliff Needel o el español Carlos del Val, que se marcó una exhibición a bordo de su Bugatti. Incluso hubo una fecha, el 7 de octubre de 1984, anunciada a la prensa junto a un protocolo en el que se establecía la repetición de la prueba durante, al menos, cinco años. Los problemas vinieron por la financiación. La federación automovilística dudaba de que los turistas de Málaga, con menos apego a la modalidad que actualmente, fueran capaces de asumir las 10.000 pesetas que costaba la entrada.
Pero la posibilidad de que se disputase ese año el Gran Premio de España de Fórmula 1 por las calles de Fuengirola se desvaneció totalmente tras la inspección realizada sobre el terreno por la Federación Internacional de Automovilismo (FISA), porque en el proyectado circuito aún no se habían iniciado las obras. Se pudo comprobar la falta de mínimas medidas de seguridad en no menos de cinco o seis curvas. En dichos puntos, el teórico circuito urbano carece de escapatorias. Tanto Derek Ongaro, como Niki Lauda, enviados de la FISA, transmitieron a Ecclestone su negativa a correr en Fuengirola en dichas condiciones. El presunto organizador de la carrera, además de denunciar el hecho, pregunta quién pagará el costo -seguramente alto- de dichas obras. El Ayuntamiento de Fuengirola, por su parte, solicitó a la Federación Internacional una demora en la inspección final de las obras hasta después del verano, al no poder tenerlas listas por no haberse comenzado todavía, y al ser inviable la realización de las mismas en plena temporada turística. Pero el verano en la Costa del Sol no termina antes de la segunda quincena de septiembre, con lo que sólo quedarían dos o tres semanas de tiempo. El proyecto del Gran Premio de España de Formula 1 en Fuengirola fue abortado por los responsables de la competición casi sobre la banderola de salida el 7 de octubre de 1984, y con todos los detalles necesarios para su puesta en marcha. Había un compromiso publicitario con una marca de tabaco que, al parecer, no estaba entre las grandes corporaciones americanas. Ecclestone llegó a firmar un contrato por cinco temporadas con los organizadores. Durante sus vacaciones en Marbella, no obstante, aseguró que el circuito ya no le interesaba lo más mínimo, papel mojado sobre la arena del mar. Lo cierto es que la falta de visión de futuro son casi siempre las razones que perjudican el desarrollo de una localidad que pudo tener, en este circuito, su reconocimiento internacional.
El circuito de Fuengirola, que discurría por la ciudad en un trazado urbano de cuatro kilómetros, fue presentado oficialmente y no por un concejal de provincias, sino por el todopoderoso Bernie Ecclestone, convertido actualmente en el magnate del automovilismo. La idea surgió de dos británicos, Richard Ractliff y Mike Dee. El itinerario de la carrera llenó páginas de revistas especializadas en las que se advierte al alcalde de la época, Sancho Adam, de gira por los circuitos de toda Europa, y a unos dirigentes de la Fórmula 1, encabezados por Jean Marie Balestre, aparentemente unidos en el entusiasmo. La crónica de la presentación manifiesta el grado de madurez que alcanzó el proyecto. Los promotores no se conformaron con una recreación del circuito. Hablaron de su coste, ochenta millones, de la anchura de la calzada, que oscilaba de los diez a los diecinueve metros, y se trajeron, para alimentar el sueño, a lo más granado del sector. Además de Ecclestone y del presidente de la Federación Española de Automovilismo, Sandro Rocci, acudieron pilotos como Cliff Needel o el español Carlos del Val, que se marcó una exhibición a bordo de su Bugatti. Incluso hubo una fecha, el 7 de octubre de 1984, anunciada a la prensa junto a un protocolo en el que se establecía la repetición de la prueba durante, al menos, cinco años. Los problemas vinieron por la financiación. La federación automovilística dudaba de que los turistas de Málaga, con menos apego a la modalidad que actualmente, fueran capaces de asumir las 10.000 pesetas que costaba la entrada.
Pero la posibilidad de que se disputase ese año el Gran Premio de España de Fórmula 1 por las calles de Fuengirola se desvaneció totalmente tras la inspección realizada sobre el terreno por la Federación Internacional de Automovilismo (FISA), porque en el proyectado circuito aún no se habían iniciado las obras. Se pudo comprobar la falta de mínimas medidas de seguridad en no menos de cinco o seis curvas. En dichos puntos, el teórico circuito urbano carece de escapatorias. Tanto Derek Ongaro, como Niki Lauda, enviados de la FISA, transmitieron a Ecclestone su negativa a correr en Fuengirola en dichas condiciones. El presunto organizador de la carrera, además de denunciar el hecho, pregunta quién pagará el costo -seguramente alto- de dichas obras. El Ayuntamiento de Fuengirola, por su parte, solicitó a la Federación Internacional una demora en la inspección final de las obras hasta después del verano, al no poder tenerlas listas por no haberse comenzado todavía, y al ser inviable la realización de las mismas en plena temporada turística. Pero el verano en la Costa del Sol no termina antes de la segunda quincena de septiembre, con lo que sólo quedarían dos o tres semanas de tiempo. El proyecto del Gran Premio de España de Formula 1 en Fuengirola fue abortado por los responsables de la competición casi sobre la banderola de salida el 7 de octubre de 1984, y con todos los detalles necesarios para su puesta en marcha. Había un compromiso publicitario con una marca de tabaco que, al parecer, no estaba entre las grandes corporaciones americanas. Ecclestone llegó a firmar un contrato por cinco temporadas con los organizadores. Durante sus vacaciones en Marbella, no obstante, aseguró que el circuito ya no le interesaba lo más mínimo, papel mojado sobre la arena del mar. Lo cierto es que la falta de visión de futuro son casi siempre las razones que perjudican el desarrollo de una localidad que pudo tener, en este circuito, su reconocimiento internacional.
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