4 de junio de 2012

Oña acusada de cohecho

La Alcaldesa de Fuengirola ha sido acusada por la oposición de los viajes gratis que han disfrutado tanto ella como otros cargos públicos del Partido Popular.
Nos encontraríamos ante un presunto delito de cohecho impropio pues tanto la señora Oña como la anterior edil de urbanismo, Ana Mula, aceptaron dádivas importantes como cruceros aprovechándose de su condición de cargo público, así lo han reconocido públicamente haber viajado gratis en el crucero del pasado 25 de octubre de 2010. Delito tipificado en el artículo 426 del código penal donde se recoge que "autoridad o cargo público que admite dádiva o regalo que le fueren ofrecidos en consideración de su función”, incurrirán en delito de cohecho impropio.
Oña no ha explicado públicamente cuántas veces y cuántos cargos públicos del PP han viajado gratis a lo largo de estos últimos cuatro años, en viajes organizados desde el Ayuntamiento para colectivos ciudadanos de personas mayores, jóvenes o vecinos en general, dándose la circunstancia que mientras muchos fuengiroleños no pueden salir de viaje por la actual situación económica, su alcaldesa acepta regalos para viajar de manera gratuita. No hablamos de un obsequio a la ciudadana Esperanza Oña, hablamos de un regalo a la alcaldesa de la ciudad con potestad para firmar convenios urbanísticos, contratar viajes municipales, dar licencias y un largo etcétera.
No queremos pensar que estos viajes puedan cambiar el voto de jubilados y pensionistas.

Golpe de estado contra la autonomía Andaluza

El nacionalismo conservador catalán ha salido del armario. Con la ayuda de la derecha centralista planea dar un Golpe de Estado al pacto constitucional de 1978 para expulsar a Andalucía del estatus de nacionalidad histórica. Con la música de fondo de la crisis de la deuda y la inestabilidad en los mercados financieros, Duran i Lleida no ha tardado en defender una España asimétrica en la que sólo Cataluña, Euskadi, Navarra y Galicia conserven la autonomía política. Para el resto de comunidades autónomas, el líder del partido más derechista, insolidario y cerril de CiU aboga por un grado mínimo de descentralización. La víctima, de esta relación peligrosa, será Andalucía. Por rebelde, indomable, vaga, subsidiada, deficitaria, izquierdista, equivocada e inconsciente. Y por votar lo que no debía.
Ni Cataluña, ni Euskadi, ni Navarra ni Galicia conquistaron en la calle los máximos niveles de autogobierno; Andalucía, sí. Sin embargo, en este festival para reeditar la España autonómica no cabe Andalucía. Los enemigos del “café para todos” y achicoria para Andalucía quieren culpar a las autonomías del elevado déficit del Estado, a pesar de que es la Administración General del Estado la que ha incurrido en el doble de déficit que las comunidades autónomas. Lo que subyace en el fondo de este debate es la andalufobia que sufren los nacionalismos del norte y la derecha española. Quieren destruir nuestra conquista como pueblo porque nuestra comunidad es “artificial” frente a las “naturales”.
En Madrid, el secretario de Estado cuestiona las cuentas públicas de Andalucía sin dar datos concretos sobre la supuesta desviación del déficit que denuncia. Tanto a CiU como al PP les molesta profundamente que Andalucía haya recobrado su peso en el Estado, votando en contra de lo esperado y diferente al resto de España. De ahí que cuestionen nuestra solvencia financiera basándose en rumores de las empresas que proveen de material sanitario a la Junta de Andalucía. De chiste si no fuera porque el objetivo que esconde la gracia es demasiado escabroso. Este affaire repentino que viven el nacionalismo catalán y la derecha española ha nacido como una entente estratégica para desmantelar las conquistas sociales a cambio de que el PP acepte una involución en el Estado Autonómico y reserve los máximos niveles de autogobierno a la España del norte. No tienen pudor en expulsar a Andalucía de su propia utopía como pueblo.
Que los ataques a nuestra autonomía, a cara descubierta, hayan comenzado justo tras las elecciones andaluzas no es por azar. Por eso, en esta Legislatura, los andaluces tenemos que organizarnos cívicamente para salir a la calle a reeditar la utopía del 4 de diciembre de 1977. Y para esta causa, necesitamos un Gobierno andaluz estable y firme ante las amenazas que atentan directamente contra la autonomía andaluza.
El andalucismo político tiene que volver a ser la vanguardia que encabece las aspiraciones de autogobierno del pueblo andaluz. Y, por supuesto, el andalucismo no puede ser de otra cosa que de un Partido Andalucista fuerte.