Será difícil restaurar la imagen Andalucista
El pueblo andaluz, que se volcó el 4 de diciembre de 1980 en la consecución de su autonomía, ha sido y será siempre el
verdadero protagonista de su historia. Sin embargo, después de 34 años de
prodigios y desatinos, de esperazas y frustraciones, un buen puñado de
hombres y de mujeres andalucistas pusieron su rúbrica en los proyectos del duro
caminar hacia el autogobierno y el bienestar. Unos verán escrito su nombre
con letras de oro en los anales históricos; otros caerán en la fosa del olvido
y otros –quizás los menos-, serán recordados con amargura. Ellos son, para bien
o para mal, algunos de los prota-gonistas andaluces de los últimos 34 años.
El camino no fue fácil y Andalucía tuvo que
luchar, como ninguna otra
Comunidad, para que le fuera reconocida la autonomía plena. Antes habían dado
la cara Rafael Escuredo, que se vio obligado a dimitir al chocar sus planteamientos
autonómicos con los de Alfonso Guerra. O Manuel Clavero, que igualmente dimitió
como ministro de UCD, por estar en desacuerdo con el tratamiento que el
Gobierno presidido por Adolfo Suárez daba a la cuestión de la autonomía
andaluza.
Se habrá podido estar de acuer-do o en
desacuerdo con estas dimisiones, pero desde la perspectiva del tiempo podemos
calibrar la decisiva importancia que tuvo la cuestión andaluza en la
configuración del Estado de las Autonomías. Posiblemente si Andalucía no
hubiera logrado acceder a su autogobierno pleno,
el
mapa
autonómico del país sería muy distinto de lo que es hoy día.
Por
culpa de los políticos, casi siempre, la historia se escribe con renglones
torcidos, para lue-go echarles la culpa a los pobres calígrafos. Ya es hora de
que la verdad sobre la autonomía Anda-luza se abra camino, y se sepa como y
gracias a quién, se desbloqueó el proceso. Y esperamos que el pueblo andaluz,
con gesto hidalgo y limosna generosa, le restituya, indulte y absuelva, un día
no lejano, el crédito que le negó al Partido Andalucista en aquellos momentos, cuando
se inmoló como un sacerdote tarté-sico, aunque sea difícil restaurar del todo
su buena imagen. Fuimos la víctima propiciatoria de la mala conciencia
de los travestidos de verde y blanco.
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